Empresas con 10 o 20 trabajadores. Jóvenes emprendedores que desafían el entorno tradicional para apostarle a su propio negocio. Familias que por generaciones entregan la posta de un negocio que se resiste a desaparecer. Organizaciones, pequeñas todas, que ven en el “rigor” de las tendencias gerenciales un reto de “otro nivel”, hacen parte de un universo de múltiples oficios y actividades, que a su propio ritmo dinamizan economías locales y regionales.
Esas micros y pequeñas empresas no se comparan con la “robustez estratégica” de las más grandes, sin embargo, tienen en común la misma necesidad, casi urgente, de construir su propio propósito.
Ese mismo “propósito” que hoy se viste de protagonista desde las diferentes disciplinas que coinciden en rescatar la diferencia que hace tener un claro sentido de lo que hacemos. “Ya sea colectivo o individual, el propósito representa el “porqué” de nuestras acciones y esfuerzos. Y, lo que es aún más importante, define nuestra contribución al mundo y a la sociedad en la que vivimos”.
Y no se trata de una diferencia conceptual, sino más bien exponencial. Una investigación en Estados Unidos revela que el 78% de las personas entrevistadas piensa que las compañías deben sumar a su actividad el hecho de impactar positivamente en la sociedad.
La intención de compra de sus productos, por su parte se incrementa (88% de los encuestados los adquiriría); las ganas de pertenecer a la compañía aumentan (el 68% trabajaría en ellas); y el atractivo para invertir en su actividad, también (el 54% de los encuestados confiaría su dinero a estos proyectos).
Tener un propósito se convierte para pequeñas empresas y gigantescas corporaciones un requisito indispensable, o más bien una oportunidad extraordinaria para ver más allá del objetivo o la tarea diaria, del quehacer y de la idea de futuro que queremos llegar a tener. El propósito se presenta como ese motor que impulsa, esa huella que trasciende y ese sello que identifica y diferencia.
Ahora bien, puede el propósito por sí sólo impulsar el éxito en una organización? No lo creo. Por lo mismo que no le basta al marinero avistar la estrella polar para llegar a su destino. Nuestra organizaciones precisan trazar un rumbo, ajustar coordenadas, tomar decisiones, sopesar las diferentes rutas para poder avanzar, eso sí, con la claridad de estar articulados alrededor de un mismo propósito, que orienta y dan sentido a lo que hace.
[1] CUANDO EL PROPÓSITO FALLA. Por Nuria Chinchilla, Nuno Pitta y Rudi Loossens.
[2] Cone/Porter Novelli: “Purpose Study. How to Build Deeper Bonds, Amplify Your Message and Expand Your Consumer Base”.
Requisitos para un propósito
- Ser una meta ambiciosa y relevante para el ámbito en el que opera la compañía. El propósito debe motivar a todas las personas de la organización y las de su entorno a ir más allá del producto o servicio, para buscar una mejora en las condiciones de quienes están afectados o beneficiados por esa actividad.
- Ser conocido y compartido por los distintos stakeholders, en especial, los empleados, que son quienes, además de conseguir que la empresa logre sus objetivos de negocio, asegurarán que alcance las metas intangibles que se propone.
- Incorporarse en el día a día. El propósito debe inspirar a la Dirección para definir la estrategia, y a los distintos equipos para hacerla realidad. Para ello, debe reflejarse en los objetivos de todos los miembros de la organización y recordarse con frecuencia, para evitar que el día a día de las operaciones les desvíe del objetivo. Muchas empresas desarrollan acciones de impacto social sobre áreas concretas que permiten concretar el propósito en un tema o grupo social.
- Debe medirse. Si la empresa aspira a tener un propósito y generar impacto, debe concretar objetivos al respecto y establecer indicadores para medir el progreso en esa dirección. En este sentido, existen algunos estándares internacionales que pueden servir de referencia. Hoy en día, muchas empresas están utilizando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pretenden erradicar la pobreza y mejorar la sostenibilidad del planeta en 2030.