Cuando somos aprendices abrimos nuestra mente a miles de nuevas posibilidades, podemos abordar nuestros paradigmas, cambiar de observador, avivar nuestra curiosidad, cuestionarnos más, llenar nuestras vidas de más sentido.
El “modo aprendiz”, nos libera de juicios, de nuestras certezas, de pensamientos, ideas o conocimientos rígidos que han dominado nuestra manera de ver el mundo, nos rescata del rótulo de “conocedor” o de “experto”, y nos devuelve la humildad.
Cuando reconocemos (sin importar la edad) que no somos un “producto terminado”, sino que estamos en un continuo “proceso de construcción”, podemos llenar nuestra mente y nuestro espíritu de cosas nuevas, de pasión, de ganas de aprender, de posibilidad, de nuevos conocimientos, de dudas, de ambición.
Aprendices de qué?
Aprendices de todo, aprendices de nosotros mismos, de lo que somos y queremos ser, capaces de identificar eso que necesitamos soltar, o lo que necesitamos traer a nuestras vidas. Aprendices de nuevo conocimiento, de temas que nos inquieten, que nos impulsen a movernos y dejar nuestra zona de confort.
También podemos aprender a conectarnos con nosotros mismos y con otros, a sacarle el máximo provecho a nuestro paso por la vida. Permitamos que sea nuestra curiosidad la que nos guíe y no nuestras certezas, porque la curiosidad nos permite expandirnos, mientras que la certeza nos limita.
Mi mayor aprendizaje en estos casi 3 años de recorrer los caminos del coaching, y 24 años ejerciendo mi profesión de Comunicadora, ha sido reconocer lo poco que sé y lo mucho que me falta por aprender, por eso me declaro aprendiz, coach en construcción, producto no terminado, una mujer sedienta de conocimientos y de experiencias de vida. Y ustedes cómo se declaran hoy?